crítica

‘El exorcista’ de William Peter Blatty

Se apeó del taxi un hombre alto, ya entrado en años. Vestía impermeable y sombrero negro y llevaba en la mano una desvencijada maleta. Pagó al conductor, volvióse y permaneció inmóvil, con la mirada fija en la casa. El taxi se alejó y desapareció por la esquina de la calle Treinta y Seis. Kinderman partió rapidamente detrás de él para seguirlo. Al doblar la esquina vio que el hombre de edad seguía parado bajo la luz de la lámpara de la calle, en medio de la neblina, como un melancólico viajero congelado en el tiempo.

exorcista-william-peter-blatty-club-libro-madrid-tertulia-literaria-ciervo-blancoNo creo que quede nadie ahí fuera que no conozca la historia de este libro, así que me ahorro el describir y paso directamente a un breve desguaceo.

La cosa es así: El exorcista es una novela muy famosa porque tiene una adaptación cinematográfica muy reputada en todos los círculos cinéfilos, sean de género o no. Es una película fantástica, aterradora y angustiosa. La novela no es apenas así, y siento mucho leerla a la luz de su adaptación, eso está feo, pero 1) soy (casi) comparatista y 2) es imposible valorarla, hasta cierto punto, sin tener en cuenta el filme. Además, 3) me gusta mucho el terror, lo consumo mucho y me es inevitable la comparación de obras.

¿Por qué El exorcista es una mala novela? Respuesta corta: porque está mal escrita. Respuesta larga: entiendo que la literatura de entretenimiento no suele tener demasiado interés en el nivel formal, pero los diálogos abruptos, la superficialidad en la descripción de los personajes y la narración tosca y formada por frases breves y aburridas no tienen excusa. Y esto abunda mucho en la novela, sobre todo en sus dos primeras partes, que carecen de oxígeno, el aire no corre entre las páginas, son diálogos y diálogos de plomizas intervenciones, capítulos enteros de oraciones sin complejidad alguna. Un completo aburrimiento: la trama puede ser interesante (y lo es), pero sin apoyo formal, la lectura es un tedio absoluto.

Este no es el único problema: los personajes están poco o nada trabajados. Se trata de una obra que aboga en su mayor parte por un terror de corte psicológico y que, pese al exorcismo que tiene por núcleo, se centra en desarrollar temas como la maternidad o las relaciones familiares. Sin embargo, deja de lado de una forma espectacular a sus personajes en pos de crear una atmósfera que nunca llega a satisfacer del todo. Así (y quitando al demonio, que tiene un desparpajo absoluto) todos los seres humanos de la obra son burdas caricaturas que no transmiten ni generan interés. Es todo tan blanquín, tan básico… una verdadera lástima.

Chris levantó la vista y se quedó petrificada.
Deslizándose como una araña, rápidamente detrás de Sharon y cerca de ella, con el cuerpo doblado en arco para atrás y la cabeza casi tocándole los pies, estaba Regan, que sacaba la lengua de la boca y la volvía a meter en ella, mientras silbaba igual que una víbora […]. Sharon se detuvo. Regan también. Sharon se volvió y no vio nada. Y luego gritó al sentir la lengua de Regan lamiéndole los tobillos.

La lástima se debe, sobre todo, a que la trama de la novela es incapaz de sostener una narrativa tan plana, por muy buena que sea. La historia sí es efectiva, pero pasa lo mismo aquí que con el cine de terror: sin soporte formal, es difícil que una se vea cautivada por un par de sustos y escenas de infarto, en especial si sabe de qué va la cosa antes de ponerse al tema. Pero la historia es magnífica, ¡claro que sí!, la imaginería es brutal, todo está organizado y estructurado a la perfección, en especial la tercera parte, en la que Blatty se pone enérgico y logra un clímax apoteósico, angustioso y, esta vez sí, digno de la posterior adaptación. La última gran escena de la obra, en la habitación de Regan, es heladora, terrorífica… es brillante. Por otro lado, tiene un singular interés todo el desarrollo de la investigación de Karras, es muy divertido observar su minucioso examen de todos y cada uno de los síntomas, luchando sin éxito contra la idea de que se trate efectivamente de una posesión real.

El exorcismo de verdad, el que tiene lugar al final de la obra, el operado por los padres Karras y Merrin, se narra, ahora sí, desde una perspectiva ágil, aguda, que no se detiene por un momento sino que agarra la escena y la desmenuza de manera cuidadosa con tiento y cuidado. Este tercer acto, claro, ayuda a que la valoración final del libro suba, lo cual me parece inevitable: ojalá todo hubiese sido así, habría disfrutado enormemente. No es tan solo que Blatty coja ritmo entrada ya la novela, sino que además es aquí donde va a ejecutar de forma muy correcta todo el pensamiento teológico que antes tan solo se atisbaba someramente. Me refiero a las dudas en torno a la existencia de Dios que aquejan al padre Karras, que, pese a ser presentadas con torpeza por el autor en un principio, es evidente que se disparan cuando el demonio aparece en todo su esplendor. Es lo más interesante de la obra y nuevamente es una lástima que quede desaprovechado por la absoluta incapacidad de Blatty de contar algo más que una historia.

Que no se entere nadie de que he dicho yo esto, pero: mejor ved la película.

(Traducción de Raquel Albornoz para Plaza & Janés, 1975)

Una respuesta a “‘El exorcista’ de William Peter Blatty

¡Gracias por comentar!

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.